Saturday, June 25, 2005


El subte

Indiferencia. La clave de la realidad en la que vivimos. La misma escena que se repite todos los días, yo la presencio dos veces por semana. Diferentes protagonistas, consecuencia de una realidad y una vida que no eligieron. Y esa realidad no hace diferencia de sexo, edad, o nacionalidad, y aquellos que le son ajenos no hacen nada por cambiarla. ¿Dónde y cuándo murió la esperanza entre estas personas? Me pregunto cada vez que entro al vagón del subte.

Ya a casi nadie le importa qué tipo de desgracia pesa sobre los que piden. Ya casi nadie siquiera los escucha. Aunque todos en su abstracta realidad se indignan con las noticias de los diarios.

Éste viaje no sólo tiene protagonistas, sino que también tiene banda de sonido. La música, algún tango de Piazzolla o una zamba norteña, interpretada por algún músico que nunca evita “pasar la gorra”, le da un toque dramático a la realidad asemejándola a una película que la mayoría no quiere ver, porque ya la conoce de memoria, o pretende verla como una ficción.

Me sorprendo a mi mismo caminando apurado saliendo del subte y viendo con lástima y una involuntaria cuota de desdén a un nene de no más de diez años durmiendo en uno de los “descansos” de las escaleras que salen a la calle Corrientes. Pasos más arribas una mujer con una pequeña niña en brazos pide con voz gastada y llorosa algunas monedas para comer.

Como filas de un ejército derrotado, seguramente por la misma realidad que agobia a todos por igual, los pasajeros cabizbajos siguen subiendo por las escaleras y se bifurcan por las calles de la ciudad apurados con sus vidas.

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